Una
de las metodologías modernas que ha ganado más popularidad en los últimos años,
el Flipped Classroom (Aula Invertida) es
un modelo pedagógico en el que el los elementos tradicionales de
la lección impartida por el profesor se invierten – los materiales
educativos primarios son estudiados por los alumnos en casa y, luego, se
trabajan en el aula.
El
principal objetivo de esta metodología es optimizar el tiempo en clase dedicándolo,
por ejemplo, a atender las necesidades especiales de cada alumno, desarrollar
proyectos cooperativos o trabajar por proyectos.
La
educación del siglo XXI está cambiando considerablemente: Método Montessori, Design Thinking (Método del
Caso), Aprendizaje Basado en Retos (ABR), Método Waldorf, ScienceLab, Método Fontán…, son solo
algunos ejemplos de nuevas tendencias educativas; entre ellas también se
encuentra la Flipped Classroom (clase invertida), que está
bastante en auge.
El Flipped Classroom es un método de enseñanza que, como su nombre indica, consiste en dar
la vuelta a lo que se venía haciendo hasta ahora, invirtiendo el sistema
educativo tradicional. Propone que los alumnos estudien y preparen las
lecciones fuera de clase, accediendo en casa a los contenidos de las
asignaturas, para que luego en el aula sea donde hagan los deberes, y puedan interactuar y realizar actividades más
participativas, analizar las ideas, debatir entre ellos… Todo ello apoyándose
mucho en las nuevas tecnologías y con un profesor que actúa de guía.
Raúl Santiago Campión, profesor de la Universidad de
La Rioja y miembro del proyecto The Flipped Classroom, opina que “ya no
hace falta que el profesor ‘explique’ todos los contenidos a todos los alumnos,
todos los días, siguiendo un orden establecido. Hagamos que el alumno pase a
ser protagonista en la creación y en la selección de los contenidos. Y que
muchos de estos procesos que tradicionalmente se hacen en el aula, se hagan en
casa en forma de ‘microtareas’ motivantes que permitan que el alumno vaya a
clase capacitado para hacer cosas verdaderamente significativas, y que supongan
un aprovechamiento del tiempo en el aula”.
La
clave de la metodología didáctica Flipped Classroom está en el
protagonismo del alumno, en la implicación y la motivación en su propio aprendizaje. Si en una clase
tradicional el estudiante pasa la jornada escuchando las explicaciones de cada
materia y luego hace las tareas en casa, en la clase invertida o pedagogía
inversa llega al aula con unos conocimientos previos y conceptos básicos
adquiridos, y allí se dedica a la realización de sesiones prácticas, muy
participativas.
En el aula se interactúa, se colabora con
otros compañeros, se dialoga, se experimenta, se generan ideas, y se resuelven
dudas. Y para que todo ello se pueda desarrollar adecuadamente, el espacio ha
de adaptarse a los alumnos, que eligen cuándo y dónde aprenden. Las clases deben
contar con zonas para trabajar en grupos reducidos y hacer actividades tipo
taller, o con rincones de aprendizaje específicos.
Otra de las características del Flipped
Learning es el uso de las tecnologías, trabajando constantemente
con material audiovisual. Uno de sus recursos favoritos son los vídeos: se
graban los contenidos en vídeos educativos, para que los estudiantes puedan
visualizarlos en casa las veces que deseen (lo que permite captar mejor las
ideas). También se hacen fichas, infografías, animaciones multimedia, podcast…
El trabajo online fuera de la clase es esencial.
Todo ello se puede aplicar en las
distintas asignaturas: desde las más humanísticas hasta las más
científicas, e incluso en Educación Física, que es eminentemente práctica. A
pesar de su aparente dificultad, ya ha habido varios experimentos exitosos a la
hora de invertir esta asignatura. Por ejemplo, el Flipped Classroom funciona
bastante bien explicando las técnicas y las tácticas de los diferentes
deportes.
En definitiva, el alumno es el pilar básico
y el profesor es un guía, un acompañante que lo va observando
continuamente, lo ayuda, y lo retroalimenta.
Esta
nueva forma de entender la enseñanza que promueve la Flipped
Classroom o aula invertida conlleva numerosos beneficios para
los niños y adolescentes, ya
que siempre son ellos los protagonistas de su propio aprendizaje. Pero las
ventajas no son sólo para los propios alumnos, sino que van más allá y alcanzan
a sus familiares:
- Una enseñanza más flexible y personalizada.
Según el profesor riojano y miembro del proyecto The
Flipped Classroom, Raúl Santiago Campión, “la enseñanza se
adapta al ritmo que necesita cada alumno, a sus demandas, necesidades y
capacidades. Esto conlleva que los conocimientos se asimilen mejor”. Así,
los aprendizajes adquiridos son más profundos y significativos.
- Un ambiente
de aprendizaje colaborativo en el aula. Los estudiantes
interactúan constantemente y resuelven problemas de forma grupal. Con esto
encuentran las clases más entretenidas, dinámicas, e incluso divertidas,
lo que les motiva más.
- Más autonomía y responsabilidad:
el alumno es un sujeto activo que juega un papel fundamental en su propio
aprendizaje, lo que le hace involucrarse más: mejora su forma de
organizarse y de planificar las tareas, y adquiere competencias para el
tratamiento de la información. Aprende a aprender.
- Mejor manejo de la
tecnología: los alumnos adquieren más competencias digitales, gracias
a las tecnologías con las que estudian y trabajan.
- Optimización del
tiempo de estudio/ocio. “Permite un mejor aprovechamiento del tiempo,
evita tareas inservibles, y los estudiantes tienen más tiempo para la
familia, los amigos, el juego y las actividades extracurriculares”, opina
el profesor Santiago Campión.
- Participación de
las familias, que se involucran en el proceso de aprendizaje de los
niños.
Ventajas de
la Flipped Classroom para los docentes
Los profesores también se ven
beneficiados por esta forma de enseñar que promulga la metodología Flipped.
Así, sus efectos positivos afectan a varios ámbitos del desempeño de su
profesión:
- Motivación. El experto Raúl
Santiago destaca que “saca al docente de su zona de confort”, y le invita a
emplear grandes dosis de creatividad e imaginación para preparar las
clases.
- Actualización en
cuanto a las nuevas tecnologías: al ser una herramienta tan importante
para esta pedagogía invertida, el docente debe “formarse tecnológicamente
para manejar con cierta soltura la ingente cantidad de recursos TIC que
hay a su disposición”, matiza el profesor riojano. Desde grabar y editar
vídeos, hasta aprender a subir los contenidos a plataformas en Internet, por ejemplo.
Aunque las posibilidades son infinitas, y cada profesor puede complicarse lo
que quiera.
- Flexibilización:
los educadores son más flexibles en sus expectativas en cuanto a los
tiempos de aprendizaje y en la evaluación de los estudiantes. Además, tal
y como indican los creadores del Flipped Learning, toleran el
‘caos controlado’ en sus aulas.
- Más interacción
entre el profesorado: los maestros comparten información y conocimientos
entre sí, y pueden intercambiar vídeos y materiales útiles para todos.
Mejoran la calidad de su docencia.
Otro
aspecto que me gustaría destacar es la diferencia entre deberes y tareas que
propone el modelo Flipped Classroom. En el modelo tradicional de
escuela, y digo tradicional sin que por ello tenga una connotación negativa, el
modelo sigue el siguiente patrón:
Con el
modelo Flipped lo que se intenta es ir un paso más allá de la
mecanización y repetición de los deberes y sustituirlos por tareas que supongan
un reto para los alumnos y les haga a su vez competentes digitalmente. Pero,
cuidado, Flipped classroom no es ver vídeos online sin ton ni
son, sino que hay una planificación, un control y seguimiento para que el
aprendizaje de los alumnos fuera del aula sea lo más efectivo posible. Este
vendría a ser el modelo propuesto por la metodología Flipped:
Evaluación. Otro de los aspectos que quería destacar en esta
entrada es cómo concibe la evaluación el modelo Flipped. Sin
renunciar a la evaluación tradicional que todos conocemos, el modelo Flipped propone
evaluar mediante el uso de rúbricas. Pero, ¿por qué una rúbrica? Pues porque la
rúbrica se concibe como la mejor manera para juzgar de forma objetiva el
trabajo cualitativo de un alumno, porque docente y alumno saben en todo momento
qué se va a evaluar incluso antes de iniciar la actividad.
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